The Killing, gran detective, pésima madre

En esta adaptación genial de la serie danesa, Sarah Linden no es la típica detective linda y dura que solemos ver en los policiales. Linden tiene el pelo desordenado, se pone siempre la misma ropa, y come pura comida chatarra. Y lo peor, cuando llama el deber, se olvida de que existe su hijo pequeño.



Su compañero en la policía, lejos del prototipo de galán de telenovela, es un hombre que lucha contra la adicción a las drogas. Y sin embargo, resulta un contrapeso justo para la obsesión total de Linden con su trabajo.

La estética, la fotografía, el nivel de inmersión del espectador en la historia, los diálogos, la relación entre los personajes, todo es perfecto en esta serie que es uno de los grandes aciertos de Netflix que hay que ver sí o sí.

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